Vaya por delante y antes de nada que he dejado de fumar porque me ha dado la gana; que mi decisión de abandonar este mi único vicio confesable no ha estado influenciada por ninguna de las últimas decisiones de los "iluminados" que forman parte del gobierno actual de este país.
Y una vez dejado claro este punto, vamos al turrón.
Dejar de fumar es quizá una de las decisiones que más trabajo y menos me ha constado en mi vida. No, no estoy siendo contradictoria. Durante mi vida de fumadora lo he dejado tres veces, cada vez que he estado embarazada. En esos momentos, la decisión fue fácil, no así dejarlo, pero sí decidir que quería dejarlo.
Sin embargo, dejar de fumar porque sí, porque hoy es hoy, porque me da la gana y quiero, sin estar enferma, sin toser por las mañanas, sólo porque creo que ha llegado el momento ha sido difícil y duro.
Abandonar esta costumbre implica cambiar de hábitos, no os imagináis la cantidad de cosas que un fumador tiene asociadas al tabaco. Paso a enumerar:
Tomar café, con un delicioso piti como compañía.
Montar en el coche, poner música y para estar en la gloria... encender un cigarrillo.
Comer un caramelo de menta, acompañado de un cigarro
Tomar una copa, por supuesto, fumando, porque si no, no sabe igual. No sé a qué sabrán ahora las copas, creo que fumaba antes de tomarme mi primera copa.
Acabar de comer, y fumar un cigarro de postre.
Esperar un tren, autobús, avión....encender un cigarro.Es como un reclamo, llega rápido.
Esperar cualquier otra cosa, fumando
Relajarse, fumando un cigarro cómodamente en el sillón.
Afrontar una situación delicada, encender un piti.
Tener que tragarte un cabreo, fumando
Enjugar unas lágrimas, mejor con un cigarrillo.
Concentrarme para escribir, un pitillo siempre ayuda.
Obviamente hay otros pitis en los que muchos estáis pensando, que ni los voy a nombrar, pero esos también han sido un hábito.
Ahora que todos, todos esos pitis han desaparecido me siento como esas veces que sales de casa y vas todo el rato pensando: "se me ha olvidado algo y no sé lo que es". Es una sensación muy desagradable, si esto dura mucho tiempo pensaré que tengo Alzheimer.
Llego a cualquier sitio, saco el movil del bolsillo y acto seguido miro en el bolso, y no sé que pasa, vuelvo a mirar y veo todo el revoltillo de cosas que llevamos las mujeres en el bolso y me quedo mirando como una idiota, hasta que me doy cuenta de que lo que estoy buscando es el paquete de tabaco y el mechero.
Lo peor no es creer que estoy senil con mi edad, que ya sería una putada y muy gorda. Lo peor es que cuando dejas de fumar todo huele raro, mi casa lleva oliendo a comida desde el sábado, no soy capaz de quitarme ese olor. Todo huele como si hasta ahora hubiera tenido puesta una pinza de la ropa en la nariz, muy intenso. En algunos casos es bueno, en otros... no tanto.
Hay más cosas malas, pero ya me habían avisado, así que no me asusto. Esta mañana estaba afónica como después de un sábado de Carnaval de otros años, de hace muchos años, porque creo que hace tres que no salgo. Dicen que te sientes realmente enfermo, es una de las etapas por las que pasas cuando dejas de fumar. Pasas por un resfriado mocoso que ni un Inistón concentrado puede hacer nada por salvarte. Según dicen toda la flora de la garganta y demás sitios arrasados por el humo de los cigarrillos se tiene que regenerar. Debo de estar hecha de buena pasta si ya huelo como huelo.
Así que nada, si me véis por ahí olisqueando como un chucho, o mirando al bolso con cara de atontada, o buscando algo en el asiento del acompañante del coche... no os asustéis, es que estoy dejando de fumar.
En fin, que necesitaba escupir todo esto o así lo he hecho.