Despertó y sintió ese vacío que supone no recordar un sueño.
Cerró los ojos y recorrió con la memoria sueños de otras noches: paseos por caminos oscuros y pisos de arcoiris; vuelos a baja altura pasando la mano por vastos campos de espigas; escondites tenebrosos temiendo la llegada del monstruo que nunca veía; rebaños de ovejas que rodeaban su cama y de repente ya no eran ovejas sino toros y luego serpientes; caminó por el borde de un precipicio, tembló y perdió el equilibrio, se tambaleó y su cuerpo golpeó contra el suelo del dormitorio.
Acababa de despertarse.
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