Despertó y sintió el frio del espacio vacío a su lado. Él no estaba, nunca había estado.
Cada noche soñaba que se acurrucaba a su lado y disfrutaba, deseaba, amaba, sonreía... soñaba.
Sintió el frío de las sábanas que no habían arropado a nadie. Lloró lágrimas calientes que portaban todo su amor, su pasión. Rodaron por sus mejillas y su cama se inundó de pasión; pero él seguía sin estar allí. Soñar no fue suficiente.
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