jueves, 2 de diciembre de 2010

Where the children sleep


¿Cuántas veces te ha dicho tu madre, "cómetelo todo, que hay niños que no tienen qué comer"? ¿Cuántas veces le has dicho a tu hijo "la comida no se tira, que hay miles de niños en el mundo que se mueren de hambre"? Incluso a modo de gracieta, algunos hemos llegado a decir entre dientes "pues mándaselo, yo no lo quiero".
Hace unos días, en un dominical, contaban historias de niños que no tienen qué comer, que se mueren de hambre, que tienen que trabajar para ganar un dólar a la semana. "Ilustraban" el artículo con unas fotos desgarradoras. Era muy muy fuerte, muy fuerte para mí como adulta y mucho más para mi hijo de 7 años, pero aún así le dije, "ven, te voy a enseñar a esos niños de los que te hablo cuando te eternizas delante de un plato de comida", "mira, estos niños no van al colegio, trabajan por el dinero que tú alegremente te gastas en chuches, cromos, gormittis, pulseras...., y ese dinero es para que ellos y su familia puedan llevarse a la boca algo muuuuucho menos apetecible que lo que yo te pongo en el plato"
Le caló, su rostro cambió de momento, comenzó a preguntar y ví que la sensibilidad brotaba en sus ojos.
Hoy he encontrado esto. No he podido copiar las fotos, pero me ha parecido bonito y escrito con mucha sensibilidad, por eso os lo dejo aquí.

"Esta vez no escribiré mucho porque hay imágenes que no necesitan palabras. Que te dejan sin palabras. Que acallan las palabras.
Su autor es James Mollison y sus protagonistas, niños del mundo entero, niños de lugares a los que viajamos, pero no vemos. Niños que podrían ser tus niños.Descubrí el proyecto de James Mollison, ironías de la web, a través de un blog de decoración, que citaba otro blog, de donde he obtenido las imágenes. Y otras imágenes vinieron a mi cabeza. Recordé a Kuldip, mi niño guía en Khajuraho, recordé al niño tuerto que me miraba sin mirar en un slum de Nueva Delhi, recordé al niño dhobi que me traía las kurtas planchadas a casa, recordé al niño nepalí que subido a un taburete de un puesto de Katmandú me abrochó la camisa tibetana, recordé a los niños zurdos que habían apartado del resto de la clase en una aldea de Zanzíbar. Recordé que los había olvidado.
Patrocinado por Save the Children Italia, el trabajo de Mollison se titula Where the children sleep y está compuesto por 112 fotografías acompañadas de una pequeña historia, la historia de estos pequeños. Historias de opulencia y de miseria. Historias con finales felices y con finales desdichados. Pero eso nunca lo sabremos. El libro entero aquí."







2 comentarios:

  1. No hace falta irse a paises lejanos para saber de niños hambrientos y apaleados. Los tenemos muchas veces al lado nuestro y no los vemos porque creemos que ese tipo de desdicha solo se da en la India, América o sitios asi, En mi vida profesional me ha tocado conocer a alguno que iba a clase muerto de hambre y que las compañeras y yo remediabamos como podíamos,nuños maltratados que ni siquiera tenían constancia de que lo eran porque toda su vida había sido así. En fín se hace lo que se puede cuando te topas con ello que muchas veces es poco porque esta sociadad nuestra es cruel e insensible.Cuidemos de nuestros niños todo lo que podamos y ayudemos en lo posible a los que nos toquen al lado o lejos de nosotros.

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  2. Cuando yo era cría, comia fatal, y mi abuela siempre me decia,
    ahi, que suerte que no estuviste en la guerra!! que hambre habrias pasado!!,
    y yo no hacia ni caso.
    El año pasado uno de mis alumnos de 7 años lloraba desesperado una mañana, porque tenía hambre!! y no le habian dado de desayunar, a mi se me caia el alma a los pies, no sabia que darle, no tenia nada en clase,
    otro día que llovia un niño de otra clase se presentó en el colegio con unas zapatillas sin suela, los dedos tocaban el suelo.
    Y yo no como para adelgazar, paso hambre voluntariamente y cambio de zapatos cada temporaza por capricho.
    Yo no colaboro con las ONGs, tengo la mia propia,
    en mi clase siempre hay zumos y galletas, cuando tengo que comprar un lápiz a mis hijos, un estuche, un cuaderno, un libro, siempre compro tres, si yo les evito esos gastos a esas familias, podrán darles un poco más de comer, comprarle unos zapatos, aunque sea en el chino, pero que no estén rotos, siempre tengo a alguien en mi punto de mira, siempre tengo lista de espera.
    Se que hago poco, un grano de arena en el desierto, pero es mi grano, y lo cuido y lo atiendo y lo aprecio y lo quiero.

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