jueves, 4 de agosto de 2011

Mermelada de moras






















Consejitos iniciales:

-Levantarse temprano un día, a ser posible que no tengas que ir a trabajar.

-Recabar (jeje, el que no sepa lo que significa que lo busque) un cubo de dimensiones correspondientes a la cantidad de moras que quieras recolectar.

-Llevar una gorra, sombrero o similar. Nada de viseras, que es una cosa estúpida ya que se te calentará la sesera tanto como si no llevases nada.

-Saber de antemano que en el sitio hacia donde te diriges hay zarzales, porque si no darás un paseo pero no harás mermelada y aquí ¿a qué vamos a rolex o a moras?

-Llevar una jarrita o un cubito con agua fresca, así podrás ir lavando y probando el material, jeje, si no seguro que te las comes con todo el polvo del camino, nadie puede resistirse a la tentación de comerlas mientras vas llenando el cubo grande.

Creo que ya está... estamos preparados para ir a por la materia prima.

Llegas a casa, lavas las moras que no te has comido antes; no las pongáis al chorro del fregadero, porque aunque el aspecto para hacer mermelada no importa, se romperán y perderán jugo.

En una olla tipo Magefesa, me da igual si es de esa marca o de otra, no me paga ninguna, pones todas tus moras, que previamente habrás pesado, con el mismo peso de azúcar. Es decir 1 kilo de moras 1 kilo de azúcar. (Increible, eh? yo dando medidas, jajajajaja)

Exprimes aproximadamente 1 limón por kilo de fruta y 1 kilo de azúcar. Lo echas a la olla y remeneas bien. El limón sirve para que la fruta no se oxide. La mermelada de moras queda negra, pero... no se oxida si le pones limón.

Cuando haya soltado juguillo suficiente para que no se pegue, cierras la olla y lo dejas hervir, yo dejé tres kilos 15 min. Eso sí, contando desde que pones la válvula. A fuego lento.

Batidora en mano, mejor batidora que Thermomix, por esta vez, jeje, reducimos todo a una masa cremosa y homogénea.


Ahora toca lo más complicado, si se puede decir que lo sea. Teniendo utensilios adecuados es una tarea fácil. Necesitamos un chino de acero para quitar las semillitas de las moras, porque tres kilos de moras dan para muchas semillas, muchas muchas.

Un chino, para aquellos que estén convenciendo al repartidor del restaurante La Gran Muralla (que todos es llaman igual) más cercano, es un colador de acero con agujeritos muy chiquininos que deja pasar sólo lo interesante de la mezcla. Si lo hacemos con un colador tradicional, tardaremos siglos. Si lo hacemos con un escurre-verduras, pasarán todas las semillas y habremos trabajado en balde.

Vamos pasando de la olla a un cazo pequeño y cuando tengamos cantidad suficiente rellenamos los frasquitos de cristal que ya tendremos preparados.


¡Ah! Que no lo había dicho. Necesitamos unos frasquitos de cristal para guardar la mermelada, claro.


Cuando hayamos terminado, fregamos la olla, jeje, que si no es una porquería muy pegajosa, y metemos los frasquitos de cristal bien cerrados, llenamos de agua hasta la mital y hervimos al baño maría, con la tapadera puesta durante un ratito (jeje, buena medida). Así quedarán al vacío y podremos conservar durante mucho tiempo.

Y ya está, ¡mermelada lista!






Una de fotos

Terracita para tomar una copa en la entrada del hotel.




Cruz (del Royo?) en la plaza de La Alberca y detrás una preciosa casa con mil flores, bonito ejemplo de la arquitectura de la zona.




Cabras montesas que se pasean delante de tus narices cuando subes a la Peña de Francia. Queda bonito el retoque, ¿verdad?







Yo



ahí van unas fotos, que he salido a cenar, a tomar una copa, a ver sitios y bichos...