lunes, 24 de enero de 2011

Estrellitas

Odio discutir con la gente. Me violenta. Si esto sucede en la calle más aún. En general, no me gusta que me miren, en una situación así, no es que no me guste que me miren, es que me siento avergonzada.
Hoy, de manera excepcional, he llevado a mis hijos al colegio y a la guarde. No suelo hacerlo por nuestra incompatibilidad de horarios. Para mí, es una situación agradable, me gusta, y a ellos "les hace sentir que es domingo", un día especial. Hoy me lo han jodido. Mi día especial, mi domingo en lunes me lo ha estropeado un listo.
Os pondré en antecedentes. El sábado pasado mi hijo mayor jugaba un partido de fútbol. Tiene siete años, con lo cual su categoria es Prebenjamín. Podréis imaginar que los partidos son muy divertidos. Algunos no se saben atar los cordones de las zapatillas (el mío aprendió la semana pasada), otros ni escuchan al árbitro cuando para el partido a golpe de silbato, no saben si tienen que sacar con el pie o con la mano. Unos días marcan 5 y el día siguiente les marcan 8... vamos un cúmulo de situaciones absurdas que en nosotros, los padres que vamos de público, provocan la risa.

Bueno, eso nosotros, los padres de los niños de nuestro equipo.
Hay otras situaciones que no provocan tanta risa, como los comentarios y acciones de algunos padres, madres, abuelos y demás familiares de entre el público. La manera de actuar de algunos entrenadores, dejando a algunos niños en el banquillo porque no juegan tan bien como otros, o animando a humillar al otro equipo cuando ya han marcado 10, 12 ó 14 goles.

En mi opinión, el fútbol en estas categorías sirve para que los niños aprendan a jugar en equipo, a ser limpios en el juego, a divertirse con el deporte. Pero para otros, es sólo una fábrica de pequeñas estrellitas competitivas, de las cuales la inmensa mayoría no pasarán de jugar en el equipo de fútbol sala de cuatro amigos en unas 24h de un día de verano cuando tengan 16, 17 ó 18 años.

El pasado sábado mi hijo hizo algunas faltas. Mal hecho por su parte, que intenta imitar a los profesionales que ve en la tele, y no precisamente en sus acciones violentas, sino en su maestría al jugar. El problema viene porque él no sabe. No es cobarde a la hora de meter el pie y robar un balón, pero volvemos a lo mismo, no sabe, y muchas veces llega tarde y en vez de dar al balón da al pie del contrario. Ésta es una costumbre que deberá eliminar, aprender que hacer faltas no le hace mejor jugador. La labor de su entrenador será enseñarle a evitar estas situaciones y la de los árbitros que le toquen en cada partido, regañarle y mandarle al banquillo si fuese necesario.

No seré yo quien critique a ninguno de los dos. Si mi hijo quiere jugar tendrá que aceptar las normas y cumplirlas.

Lo que no es de recibo es que de entre el público que asistió al partido, única y exclusivamente los familiares de los niños que jugaban el partido, saltó un señor, a recriminar a mi hijo la falta, en una actitud agresiva y amenazante. El árbitro se puso entre él y mi hijo y con "cuatro palabras" se solucionó el incidente.
Esta mañana, en la puerta del colegio, el entrenador del equipo contrario del sábado, se ha dirigido a mi "para enmendarme la plana" porque mi hijo hizo una o varias falta en el partido. De su boca ha salido, que el niño iba a hacer daño, que "se desentendió del balón y fue a por la pierna del contrario" y alguna que otra joyita más. Lo mejor del asunto, es que ha restado importancia a la lamentable intervención del abuelo que saltó al terreno de juego a repartir justicia, perdonando su actuación porque, según este entrenador, "ninguno sabemos cómo vamos a reaccionar si le hacen algo a un hijo nuestro".

Me he sentido frustrada, engañada, dolida en mi condición de madre, y aún más, no podía creer que alguien no viese la claridad de mis argumentos.

En ningún momento he defendido a mi hijo, porque si hizo una falta, debería haber sido castigado por el árbitro, pero sólo eso. Es un juego, un deporte y lo más importante, tiene siete años.

Pero no puedo entender cómo alguien puede defender a un impresentable que salta a una pista con la intención de agredir a un niño por un lance del juego.

Para este entrenador, lo importante era la falta en el juego, nada importaba que el árbitro pitase el final del partido para evitar problemas, que el citado impresentable insultase a mi hijo ante la imposibilidad de abofetearle. Incluso, y según sus palabras, no importa si los familiares de ambos niños se hubieran dado de tortas, eso son minucias.

Lamentable, realmente lamentable.
Lo que más me fastidia ahora, transcurridas casi 12 horas de esta discusión, es haberle dado bola a este señor, que claramente tiene un concepto del deporte y del fútbol base en concreto, totalmente diferente al mío.

4 comentarios:

  1. Definitivamente me reitero en mis palabras "que sabrá un burro lo que es un caramelo" y vaya energumeno de burro,perdón de entrenador jijiji,miralo por el lado bueno te has inspirado y de lo malo borrón y cuenta nueva...cuando es el próximo que voy yo jijijijijiji.

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  2. el próximo partido, sábado a las 9 de la mañana, concentración en Los granados la tarde antes... ah! no, perdón, que me estaba liando, jajajajajajaja en el pabellón de siempre a las 8.45, tiempo justo para quitarse los pantalones largos y echarse 4 acrreras para calentar.
    Aviso: los pantalones se los quitan los niños, no te vayas a despelotar por ahí... jijijijiji

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  3. Hija, la vida es dura, cruel, injusta, aunque se tengan siete años y tu única ilusión sea jugar el sábado un partido. Los niños nos dan la lección, el sábado anterior a este nefasto perdieron por nueve a cero y salieron cantando,tan contentos porque para ellos lo importante es el rato que pasaron jugando.La lastima es que esa inocencia se la rompan los padres cortos de miras.

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  4. Cítame fecha y hora que me voy a presentar con una pancarta enooooooorme con la cara de tu hijo.
    Al mamarracho que le llamó la atención me lo señalas por la calle y "me quedaré con su cara". Ahí lo dejo. Soy menuda pero fortachona.
    No te disgustes, toca pensar en el próximo partido. TRT

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